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UNA MIRADA A LA INTELIGENCIA EMOCIONAL
karina

Por: Lic. Alejandra Villaseñor Valencia

Las terapeutas del área de lenguaje, aprendizaje, neurodesarrollo, etc. sabemos que no nos corresponde trabajar el área emocional. Sin embargo, al no observar esta área, ¿Será posible proporcionar un tratamiento adecuado e integral? ¿Cómo se podrá tomar en cuenta, respetando la profesión de los psicólogos pero aportando al desarrollo emocional del chico?

Estas preguntas sugen después de realizar la compilación de diversos estudios, donde aseguran que un sector cada vez mayor de la juventud se implica en comportamientos de riesgo, que en el fondo suponen un desequilibrio emocional. Inclusive el fracaso escolar de los alumnos no siempre se atribuye a una falta de capacidad intelectual, sino a dificultades asociadas a experiencias emocionalmente negativas que se expresan en comportamientos problemáticos y/o conflictos interpersonales.

Ante el incremento de las estadísticas en cuanto los problemas sociales que presenta la juventud, resulta ético para las personas que intervienen en el desarrollo de los niños preguntarse ¿Cuál será la mejor manera de aportarles habilidades emocionales en el día a día?

 Si no te ves parte del problema, no podrás ser parte de la solución.

Wayne, S.

La educación tradicionalmente se ha centrado en el desarrollo del intelecto, dejando a un lado el área emocional. Según un estudio realizado por Simmonsen, 1 de cada 5 mediadores no está habilitado psicológicamente para relacionares con los niños, lo que redunda en dificultades en el aprendizaje y eventuales trastornos en la personalidad del niño.

Hoy en día se plantea la necesidad de la educación integral, lo que sugiere que el desarrollo cognitivo debe complementarse con el desarrollo interpersonal y se propone la educación emocional como área fundamental en cualquier ámbito pedagógico o de interacción social.

Se entiende por educación emocional como un proceso de enseñanza-aprendizaje que promueve el desarrollo de las habilidades socioemocionales de la persona y la adquisición de competencias básicas para prevenir dificultades sociales, logrando una inteligencia emocional favorable.

La inteligencia emocional (IE) es la capacidad de reconocer, aceptar y expresar de manera adecuada los sentimientos de uno mismo y empatizar con los demás; esta capacidad, permite una solución asertiva ante problemas significativos para el individuo. Se divide en dos tipos: Inteligencia intrapersonal, que permite comprenderse y trabajar con uno mismo, y la interpersonal, que permite comprender a y trabajar con los demás.

Goleman asegura que el desarrollo de la IE estimula las siguientes habilidades: empatía, autoconocimiento, escucha, autocontrol, colaboración y resolución de problemas generando todo un entorno emocional.

En seguida se proponen acciones para incluir la educación emocional en tus sesiones de terapia:

  • Inicia por ti, ¿Estás en contacto con tus emociones, las conoces, las aceptas y expresas?
  • Involucra a los papás en el proceso
  • Dale voz a las  emociones de los niños y acéptalas (“veo que te pones triste cuando mamá se va”)
  • Modela respuestas correctas antes sus sentimientos, por ejemplo: si buscas que el menor no grite al estar enojado, identifica si tú lo haces al experimentar lo mismo y modifica tu conducta
  • Utiliza cuentos y discute con el niño sobre los sentimientos de los personajes, invítalo a pensar en experiencias similares en su vida cotidiana y a buscar la solución ante la problemática sugerida
  • Se congruente entre lo que enseñas y cómo actúas. Los individuos aprenden por imitación
  • Llévalo a observar las reacciones ante las emociones de los demás
  • Permite que resuelva problemas con sus pares, evita resolverlo por él, toma el papel de mediador si es necesario, modelando cómo puede negociar y llegar a un acuerdo

Incorporar la formación emocional en el día a día, requiere un cambio de perspectiva  acerca del papel del terapeuta o mediador. Este cambio exige una formación del adulto en su propio desarrollo emocional así como la toma de responsabilidad en cuanto a la  preparación en este campo.

 

 

 

Guiemos al niño, no solo a aprender a conocer o hacer…

 

sino llevémoslo a aprende a ser y convivir; es decir,

 

 transferir sus conocimientos aplicándolos

 

con éxito en la interacción con otros.

 

 

 

Bibliografía:

Collell, J., Escudé, C. (2003). La educación emocional.

Goleman, D. (1998). La práctica de la inteligencia emocional.