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CONFLICTOS CASA – ESCUELA – TERAPIAS
Psic. Grethel Reichert

Por: Psic. Grethel Reichert

Es un hecho que el ritmo de vida que hemos elegido tener hoy en día, nos obliga a hacer adecuaciones en nuestras diferentes esferas al momento de tener un hijo. Hay infinidad de factores que se presentan a los cuales no les estamos dando la importancia debida para que nuestros hijos disfruten de su estancia por la tierra y, nosotros, de nuestro escaso tiempo en sus vidas.

Dirijo con mucho cariño el presente artículo a toda persona que tenga estrecha relación con uno o varios niños sin importar el lazo que los una. Me enfocaré directamente a casa, escuela y terapias en función a  lo vivido dentro del consultorio y a pláticas con colegas, con el fin de dar un tratamiento INTEGRAL a las familias que nos consultan. Hago especial hincapié en que el presente pretende un abrir de conciencia y está lejos de la emisión de juicios críticos sin fundamento.

El niño nace (emocional, social y psicológicamente), en casa…, es ahí donde deben encontrar las bases para su vida futura tanto inmediata como lejana, es decir, como padres, es nuestra obligación dotarlos de toda herramienta para supervivir el primer mundo externo al que se enfrentan que es la escuela…

Todo inicia desde el contacto tanto físico como visual con el bebé, es importante establecer vínculos estrechos con ellos para que cuando salgan a la vida, se sientan reconfortados y seguros y que ese primer día escolar no se torne en un cúmulo de llantos, culpas y “sensación de abandono”, ansiedad, que se extenderá a lo largo de su vida y sentará bases de “conductas codependendientes”.

Para que un niño se vaya al contexto escolar de manera sana, es importante comentarlo con él aún y cuando creamos que no lo entenderán. Sí lo entienden a partir de la intención de nuestro tono, emoción y volumen. Debe conocer su uniforme, su lonchera y todo aquello que sea nuevo a nivel físico para su ingreso. Desayunar pacíficamente y de preferencia con los padres. Para este ritual se recomienda ir midiendo tiempos desde un mes antes del ingreso para generar hábitos y no el primer día pretender que todo salga bien. Un primer día escolar bueno, impactará para siempre. Y todo lo anterior, se llama ESTRUCTURA.

Es crucial tener contacto con ellos vía telefónica si es que trabajamos para que sepan que, a pesar de no estar físicamente con ellos, lo estamos en pensamiento. Recordemos que un niño no aguanta al teléfono más de 30 segundos así que no cabe el pretexto de que no hay tiempo para hacerlo, pon tu alarma en tres momentos distintos del día y aprovecha esos ratitos de ir al baño para hacer contacto con él y comentarle cuánto lo amas y que sabes que está a punto de: comer, hacer tarea, jugar, bañarse y que le deseas mucho éxito.

Al respecto, es importante que la persona que esté a cargo de su cuidado, tenga un entrenamiento adecuado para poder llevar a cabo la ESTRUCTURA que tú, como figura primaria de autoridad, has preestablecido a partir de una AGENDA diaria donde pondrás, en un pliego de papel cascarón, todas las actividades que debe realizar (con horario) mediante imágenes que le sean agradables (spiderman bañándose, lavándose dientes, Pepa Pig, cambiándose uniforme y comiendo, por poner algunos ejemplos). De ésta manera, el niño genera hábitos y su estancia en la escuela es pacífica y asertiva.

Si el camino es distinto, es decir, se le levanta al niño con tiempo justo para todas las actividades, se le viste dormido, se le da una bomba de desayuno mediante un licuado lleno de todo lo que se nos ocurra, hay gritos y todo es un caos en casa y de regreso de la escuela el niño hace lo que se le pega la gana a la hora que él quiere y tú, por culpa no lo detienes y estructuras, te auguro muchas juntas escolares para indicarte que tu hijo tiene problemas conductuales que derivan en académicos, emocionales y sociales.

La Escuela: Sugiero elegir el estilo de escuela que se adapte a nuestro estilo de vida, que tenga pocos alumnos por salón, que haya departamento de psicopedagogía y que sea recomendada por alguien en quien confíes y no te vayas con cuestiones de prestigios que, en ocasiones, nos dan muchas sorpresas desagradables. La escuela tiene como obligación, dar capacitación constante a su plantel docente para poder “manejar adecuadamente” tanto los contenidos académicos, como al grupo en general a nivel emocional, social y psicológico. Actualmente, con la política de inclusión de niños con capacidades y necesidades diferentes, requieren de actualizaciones así como de conocimiento del padecimiento del niño a incluir para poder dar manejo adecuado. También sugiero que las clases sean dinámicas tratando de abordar los 5 sentidos del niño que son su medio de aprendizaje y no abusar sólo del auditivo y visual. Una vez sentadas las bases sólidas, se augura un ciclo escolar exitoso.

Queridas Maestras, sé que esto suena utópico ya que hay chiquitos o grandotes que están lejos de tener la estructura adecuada en casa y aquí es donde les pido la “detección temprana y oportuna junto con la canalización a expertos en la materia”. Si se canaliza oportunamente al estudiante a la terapia adecuada o a los padres a las asesorías conductuales, tenemos enormes beneficios en cuanto al tiempo en que se puede “resolver el problema” sea de la índole que sea. Para ello, sé que se requiere del apoyo de sus autoridades así como el de los padres. Es muy desgastante y frustrante ver que algunos Directores no comprometen o condicionan a los padres a actuar de manera oportuna en el tema de los niños y les cargan ésta responsabilidad a las Maestras de grupo por “no perder al alumno”. Si persiste ésta situación y nos quedamos callados, los padres no harán lo que les toca, nuestro trabajo será un infierno y sólo estaremos perjudicando al niño.

Papás, no es un ataque a ustedes, es simple cuestión de autorregularnos que implica que cada persona haga lo que le toca hacer, así de simple, la cosa se complica cuando queremos abarcar más de lo que nos toca, o bien, cuando queremos que “otros” resuelvan lo que a mí me toca. Y si a ello le aunamos el hecho de que tengo infinita culpa por no estar con mi hijo porque estoy trabajando y considero que defenderlo y dejarlo hacer lo que él quiere pasando por mi propia autoridad, lo va a hacer feliz y a mí se me va a quitar la culpa, estamos en un error.

Es muy importante llegar a las juntas con las Maestras con “capacidad de escucha” y analizar lo que nos comentan para ponderar si en realidad nos hablan de lo que yo veo en casa con mi hijo o bien, de lo que me reporta la persona que está a cargo de él. A partir de mi análisis objetivo, conviene tomar las recomendaciones que me den desde medidas internas (en casa), hasta canalizaciones a expertos y me pongo a trabajar de inmediato. Esto provocará que el niño resuelva su tema mucho más rápido, que no gastemos millonadas en terapias y que la culpa siga creciendo. En caso de que lo que oigamos de la escuela es totalmente falso, sencillamente cámbialo de escuela. Si llego con un cúmulo de justificaciones y la espada desenvainada porque NO ESCUCHAMOS y la culpa limita nuestras funciones cognitivas al activar la negación de que mi hijo es inadecuado en el contexto escolar, auguro un largo camino terapéutico, baja en su economía, mayor tiempo en el coche, menor tiempo para que el niño juegue o yo conviva con él, el estigma de “tener que ir a terapia porque estoy mal”, en fin,  la desdicha del niño.

Es un hecho innegable que hay muchos niños que requieren del proceso terapéutico.  En ese caso, es de vital importancia que los padres se empapen del tema para poder explicarle, en la medida de lo posible, con lenguaje sencillo y sin carga ansiosa (esto es, cuando los padres hayan digerido la información), cuál es la problemática que padece para que entienda su condición, se procure empatía y  baje su ansiedad al hacerle saber que no es algo  relacionado con su voluntad y, de esa manera, tendremos un proceso terapéutico impecable.

En el ámbito terapéutico, el responsable debe explicar al menor los objetivos a trabajar creando una especie de línea del tiempo para que éste sepa dónde y cómo inicia, qué debe hacer, qué se espera de él, cómo va  su proceso y cuándo va a terminar.  Lo anterior sienta bases muy sólidas en el niño para comprometerse y “disfrutar”, en la medida de lo posible, el trabajo a desempeñar.  Está comprobado que si se siguen estos lineamientos en cualquier ámbito terapéutico, el tiempo se reduce, el éxito persiste y hay menor reincidencia.

Es altamente preocupante oír cómo los padres justifican constantemente las conductas negativas de los niños y no toman las riendas de SU responsabilidad queriendo que se resuelva en la escuela  o contexto terapéutico, lo que yo no soy capaz de resolver en mi casa y consciencia.

Es de vital importancia dar “permiso” a los docentes y terapeutas de ejercer la autoridad con ellos sin temor de que los padres metan demandas por abuso por subir el tono de voz a la creaturita o tomarlo con firmeza. OJO, pido no se malinterprete lo anterior al pensar que promuevo la violencia en la escuela y espacio terapéutico, al contrario, lo que promuevo es que se marquen límites claros y concisos al tiempo en el que se marca la jerarquía de autoridad.  Recuerden papás, que si quieren evitar ésta situación, debemos educar a nuestros hijos en casa con sentido tanto de responsabilidad, como de compromiso y respeto y todo ello se logra con lo que comenté en apartado referente a casa.

Seamos responsables de lo que estamos cultivando cada quién en el ámbito que le compete. Recordemos las palabras de la Madre Teresa de Calcuta que dice: “No le hables a tu hijo porque él, sólo te observa”. Esto nos habla de congruencia entre nuestros actos y nuestras palabras.

En conclusión, si todos hacemos con responsabilidad, compromiso, amor y pasión nuestro trabajo, el éxito es un fin asegurado.

Dedico el presente a todos los niños que han pasado por mi corazón y mi razón a través de sus padres o directamente en el taller. Mi trabajo es por y para Ustedes.