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ASEGÚRALE A TU HIJO EL ÉXITO SOCIAL
Lic. Claudia Rosas

Por: Lic. Claudia Rosas

Nuestros niños están descubriendo el mundo, ¿cómo funciona?, ¿cómo puedo tener eso que tanto deseo?, ¿qué pasa si hago esto?, etc.

Comienzan a experimentar la reacción de diferentes acciones, en diferentes circunstancias. Y así es como inician la creación de su repertorio de estrategias para lograr sus objetivos. Por ejemplo, señalar, hacer un sonido, mirar lo que desean, nombrarlo, pedirlo, tomarlo, jalarlo, quitárselo a otro niño, llorar, gritar. La diferencia entre los repertorios de cada niño depende de la mediación que cada uno ha recibido, la retroalimentación que le ha dado el medio. Es por eso que algunos niños tienen repertorios más funcionales que otros.

Muchas veces la retroalimentación que reciben nuestros pequeños está llena de “NO” (esto no se hace, así no se piden las cosas, no pegues, no grites). De esta manera van probando cada una de sus acciones, por ensayo y error, hasta que encuentran una acción que les acerca a su objetivo, aunque no sea la adecuada, o se cansan de probar y experimentan una situación de frustración, la cual sabemos que no va a terminar nada bien.

¿Cuáles son los precios que tienen que pagar por cada prueba fallida?

Los precios que pagan algunas veces son muy altos, puede haber dificultades en sus relaciones con sus padres, dificultad para formar vínculos saludables, tener etiquetas, carencias sociales, deficiencias en el desarrollo de habilidades, perder oportunidades que el medio brinda donde podrían desarrollarse aprendizajes significativos, salud. Algunos de los mensajes que ellos se llevan de estas experiencias a menudo son “no soy capaz”, “todo lo hago mal”, “no sé hacer amigos”, “no sé portarme bien”, “es mi culpa”.

¿Por qué si los precios son tan altos y la retroalimentación inmediata no es agradable, los niños eligen estas opciones?; Porque son las que conocen, son las que han intentado, las que tienen en su repertorio.

¿Qué crees que pasaría si tuvieran otra opción, dónde pueden lograr su objetivo o por lo menos expresar lo que desean y tener una retroalimentación del medio que genere una experiencia enriquecedora?

Justo eso es lo que necesitan nuestros niños, un repertorio lleno de estrategias que los lleven a disfrutar la interacción, fortalecer los vínculos, tocar el éxito, elevar las habilidades sociales, compartir con sus pares, crear sentimiento de capacidad, aprovechar las oportunidades que el medio provee. Es decir, opciones que en vez de pagar precios, los lleven a ganar.

¿Cómo podemos llevar a nuestros niños a enriquecer las opciones que tienen para enfrentar las diversas situaciones que se le presentan? Cambiando todos esos “no” para llevarlos a descubrir el cómo SI.

 

  • Creer firmemente que lo puede lograr, quitar cualquier etiqueta o juicio que hayamos puesto sobre él. Por ejemplo: “Es muy voluntarioso”, “Todo lo consigue llorando”, “Es el pegalón del salón”, “Hasta que no lo tiene, no deja de gritar”, “Tiene un carácter, que nadie puede con él”, “Es bien flojo, todo se lo tengo que dar”. Todos estos comentarios en lugar de estimular el cambio o motivarlo, lo que generan es que el niño se sienta autorizado a actuar según las características que lo describen, inclusive buscar adaptarse a las previsiones que se han formulado acerca de ellos.
  • Tomar la responsabilidad de ser sus mediadores y que depende de nosotros la calidad de respuestas que nuestro pequeño construya. Necesitamos ser congruentes con lo que decimos y lo que hacemos, recordemos que somos el modelo que tiene nuestro niño de cómo funciona el mundo. Reflexionar el mensaje que vamos a mandar a nuestro pequeño, sobre qué es lo que realmente le quiero transmitir.
  • Una estrategia clave para que le niño sepa distinguir entre lo que toca y no toca en determinada situación es brindar un sí por cada no. Ejemplo: El niño quiere el juguete que tiene su hermana, la primer reacción es quitárselo. “No se quitan las cosas, sí se piden”
  • Utilizar nuestro lenguaje no verbal, es una excelente estrategia ya que el niño tiene retroalimentación inmediata para saber si va por buen camino. Ejemplo: Hacer una cara de desaprobación cuando el menor aviente sus juguetes.
  • Anticipar lo que se espera de él ante determinada situación. De esta manera el niño sabrá lo que toca hacer o cómo se hace y aumentarán sus probabilidades de éxito. Ejemplo: Vamos a ir al cine y espero que permanezcas en silencio y sentado durante la película.
  • Hacer explícita la demanda del medio, es decir, explicar, describir lo que se necesita o lo que demanda el medio. Ejemplo: En el cine la gente guarda silencio para que todos podamos escuchar la película. En la sala de espera hay asientos para que los pacientes esperen sentados hasta que sea su turno.
  • Reconocer o felicitar específicamente las acciones adecuadas que realiza el niño. Así estaremos retroalimentando las conductas o acciones que son acorde a la situación y que deseamos que se queden en su repertorio. Ejemplo: ¡Qué bien que esperaste tu turno para tirar! ¡Te felicito, pediste por favor el juguete que querías”.
  • Dar claridad en nuestras instrucciones. Buscar que nuestras instrucciones tengan un nivel acorde a nuestros niños, en cuanto vocabulario y pasos. Además de verificar que el niño haya comprendido lo que le estamos solicitando. De esta manera estaremos asegurando el éxito ante un reto justo para nuestros pequeños.
  • Resaltar los elementos clave de la situación en la que se encuentra, de tal manera que el niño los pueda relacionar y así poder ejecutar de manera acorde a la situación. Ejemplo: “Ya casi es hora de dormir y veo que aún hay muchos juguetes fuera de su lugar” Los elementos claves son: dormir, juguetes, lugar. Lo que el niño tiene que hacer es poner los juguetes en su lugar para irse a dormir.

 

Bibliografía

Laniado, N. (2005). Cómo despertar la inteligencia de tus hijos. Ediciones Paidós. Barcelona.

Eslava, J. (2014). Entre el amor y los límites Ayudando a los hijos a alcanzar la autorregulación de la conducta. Panamericana Editorial. Bogotá.